El sorteo previo al kick-off entre Cardenales y Corsarios, el fin de semana, fue el marco de un momento muy especial: de un lado, Giuliana Agüero, la capitana de las “Purpuradas”; del otro, Silvia Torrejón, en esta ocasión capitana de las “Piratas” y, más importante aún, mamá de Giuliana. Antes compañeras de equipo en Natación y luego en Bajo Hondo, por primera vez madre e hija fueron rivales. Fue un momento emocionante, con risas y lágrimas.
Rugby femenino: tucumanas que van por todo con las Yaguaretés“Para mí, que mi mamá volviera a hacer lo que tanto le gusta y la divierte, me llena el alma. Le veo reírse cuando juega, le fascina. Por eso, cuando estuvimos frente a frente, no pude evitar llorar”, confesó Giuliana.
Es que para Silvia fue un regreso después de una larga pausa de seis años. Tras jugar en Cardenales, Tafí Viejo, Natación y Bajo Hondo, debió retirarse a causa de que había quedado embarazada.
En rugby femenino todavía hay mucho por crecer“Ya pasaron seis años, y mi hijo más o menos se puede manejar. Lo traigo a los entrenamientos”, cuenta Silvia, precisamente camino a una práctica con Corsarios, equipo que tiene por entrenador a José Agüero, su esposo y responsable de contagiarle a ambas la enfermedad por el rugby. De hecho, él había sido entrenador de ambas tanto en Natación como en Bajo Hondo.
Rugby femenino: “Tucumán tiene un gran futuro”Pasaron los años y, ya con 46, Silvia se animó a volver, como quien no quiere la cosa. “Imaginate cómo me sentí yo cuando supe que iba a jugar contra ella. Porque supuestamente ella estaba yendo a ver nomás los entrenamientos y a trotar un poco, dar unos pases y nada más. Y un día viene y me cuenta que ya se había inscripto en la Unión y pagado la cuota del club”, cuenta “Giuly”.
Finalmente, llegó el momento del partido. Para que pudieran estar frente a su hija en el sorteo, le “prestaron” la capitanía por un rato a Silvia. “Ella estaba muy emocionada. Me decía que no me iba a golpear. Menos mal, porque es dura para el tackle. Pero no, ni me tocó, je”, comenta Silvia, orgullosa de Giuliana.
El orgullo es recíproco, asegura la figura de Cardenales. “Ahora somos rivales, pero ella siempre será mi jugadora favorita. Es una persona muy luchadora, una genia. Con 46 años se banca un montón de cosas. Es un ejemplo de vida que me llena de orgullo y me alienta a seguir adelante”, define Giuliana a su mamá.
No solo eso: cree que, así como Silvia, muchas otras mujeres pueden sumarse a la práctica del rugby, porque la edad no es ua excusa. “Espero que esto contagie a otras, que no tengan miedo de sumarse, sea porque crean que por edad ya no pueden o por otras razones”.